Si existe un denominador común a las organizaciones del siglo XXI, es la brecha que se ha generado entre la demanda de talento especializado y la oferta disponible en el mercado laboral. Empresas fabricantes, empresas de servicios y obviamente las tecnológicas siguen creciendo con un gran apetito por personas especializadas en tecnologías particulares.
Como si fuera poco, además de la cantidad de talento demandado también ha incrementado la calidad. Lo que es lo mismo, además de tener conocimientos tecnológicos específicos, las organizaciones requieren que tengan experiencia previa acumulada de varios años.
Por un lado es lógico, ya que el mercado está exprimiendo a todas las organizaciones para ser cada día más productivas. Cada vez es menor la cuota de mercado disponible para empresas que realmente no son muy buenas o excelentes en todos los aspectos. La competencia global, la tecnología disponible y la lucha por mercados que se van consolidando lleva la competencia directamente al nivel de “alto rendimiento”, sin espacio para improvisados, acomodados o aquellos que se han dormido en sus laureles.
Ahora bien, es necesario que los líderes en las organizaciones comprendan que estamos viviendo una etapa de transición muy importante, de un modelo industrial a un modelo de información, de materiales a bits. Como toda etapa de transición se debe convivir con soluciones temporales hasta que surjan las propias soluciones finales que dan luz a una nueva era.
Debemos comprender también que los modelos educativos están en transición y que su velocidad no es en todo lo rápido que las organizaciones quisieran. En nuestro artículo La creciente brecha entre educación y tecnología analizamos la problemática de los modelos educativos actuales y los que realmente se necesitan. Además, existe la particularidad de que al solicitar que un joven de 28 o 30 años con excelentes conocimientos tecnológicos y “10 años de experiencia en cargos similares” es casi un imposible por una razón fundamental: tiempo.
El cambio en el liderazgo de la generación X a la generación Y llevará su tiempo. Por esta razón, no podemos pedir a la generación X que posea las mismas destrezas de alta tecnología que los jóvenes de la generación Y, al igual que no podemos esperar que los jóvenes de la generación Y tengan una gran experiencia acumulada.
Es momento de aprender a convivir con ambas generaciones, donde aquellos de más de 40 pueden aportar la experiencia necesaria y tan valiosa para la gestión y los jóvenes de la generación Y los conocimientos tecnológicos. No es momento aún de “unificar” cargos que demanden experiencia y tecnología, por más que las planillas de presupuesto lo exijan. Corremos el riesgo de perder por alguno de los dos lados y casi seguramente será por el primero. Como dice el refrán: “Más sabe el diablo por viejo que por diablo”. Hay cosas que no cambian con el tiempo y la experiencia acumulada es una de ellas.
Autor: Pablo Weyler